lunes, 3 de septiembre de 2018

EL TXATO Y YO.

Mucho bulo es lo que hay, con que las bicicletas son para el verano, yo llevo rodando mis ruedas de Enero a Diciembre, prácticamente desde que salí de fábrica, allá por el ochenta y tres.
No sé ni los miles de Kilómetros que habremos hecho juntos el Txato y yo.
Nos vamos haciendo viejos a base de pedalear, él más, porque solo parece tener huesos y pellejo, ya le va quedando poca carne, de tanto trabajar y abstenerse  de los buenos alimentos, que aporten grasas. Mi aluminio aún está en buen estado, es 6061, de la mejor calidad. El Txato se preocupa anualmente de mis precisas renovaciones, no soy fácil de reparar,y, aunque el tiempo me fatigue, nunca me dí por retirada, el camino aún tiene bici en mí para rato.
Todas las mañanas tomamos la empinada cuesta de las liebres, para abrir boca. Cuando sus piernas se calientan y mis ruedas se dilatan por la fricción, llega el momento de cogėrselo en serio y elegir la carretera por la que seguir, hay tantas, como pueblos nos rodean, y las tengo todas más que vistas. A ambos nos gustaría cambiar el paseo, aunque sea por una vez, pisar asfalto nuevo, de otro terreno. ¡Vamos! Esto de ser del norte resulta muy oxidante, incluso empapante para mi conductor, luego los miembros se le resienten, como a mí mis tuercas. No estaría mal hacernos una gira hacia el Sur, pasando por : Zaragoza, Teruel, Valencia,  Alicante, Murcia,  Almería,  hasta Granada y de ahí a Sevilla. Sin prisas, ni tiempos, solos él y yo, como casi siempre . He sido yo más su compañera que su propia mujer, que lo abandonó al año de matrimonio, por no poder darle hijos, y encima me hacía a mi la culpable, decía que tanto ir en bici  dejaba tontos los testículos, ¡ Qué improperio de mujer! Bien que hizo en marcharse y dejarnos tranquilos.
Pero volviendo a Sevilla, de allí habría que volver, yo la ruta la tengo clara, pero el Txato no tanto, él quisiera pasar por la capital de capitales, Madrid, y a mí, la verdad, no me hace ninguna ilusión, porque yo iba para Madrileña, ¿ sabéis? En la tienda donde fuí puesta a la venta, dejó encargo hecho por mí un chulapo de Lavapiés, después de manosearme y hacerme   mil promesas,  nunca lo volví a ver. ¡ Malos rayos se le partan! Luego llegó el Txato convencido sin remedio, de que yo estaba hecha para él. ¡ Cuándo le da la acelerada, le da!   Pero bueno, yo me pasaría  por Extremadura, dicen que allí las vías son más como las de la antigua  Roma, y ya se sabe, esa sí, es la ciudad eterna.




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