martes, 21 de diciembre de 2021

DESASOSIEGO


 

Llaman al timbre, me estremezco, no sé si abrir, puede que sea el repartidor con la cena, o no. Dirijo mis pasos hacia la ventana, miro por ella, parece no haber nadie, sin embargo estoy seguro de que han tocado al menos tres veces. De pronto se oye la alarma de un coche, mi corazón se acelera. Corro al sótano, me encierro en este, aspiro el pútrido olor a humedad. Tengo náuseas, pero el vomito no llega, no he comido nada desde esta mañana. Apenas tengo fuerzas, los tres días de convalecencia en el hospital no han sido suficientes para recuperarme. Vuelve a sonar el timbre, cada vez con más persistencia. Alguien aporrea la puerta mientras repite mi nombre en alto. Está demasiado lejos para identificar su voz, a pesar de ello creo distinguir que es un hombre. Me quedo más tranquilo. Es imposible que Berta sea tan retorcida como para haber escapado, aunque tampoco la creía capaz de apuñalarme. Decido salir, habrá que hacerse el valiente.

—Tranquilo, soy yo.

—Eso dijo ella.


                                                                      Gema Blasco

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