Desconfiaste de la manzana al morderla, su extraño
aroma te turbo. Ahora caes en la cuenta de que olía a almendras, como algunos venenos.
Tu cuerpo yace en el suelo, medio muerto, aunque consciente. Oyes el insistente
sonido del móvil, ya no te parece tan original el canto de los pajarillos que
elegiste como tono. Piensas en tus siete chicos, podría estar llamándote
cualquiera de ellos, te gusta cambiar de físico y carácter en cuanto a hombres,
cada cual tiene sus atributos y todos te resultan interesantes. Impotente
rememoras como ella solía llamarte pendón por ello, mientras tú alegabas que en
estos tiempos ser promiscua es un plus. Aseguras que cuanta más experiencia tienes
más se te valora, de ahí tu éxito con el sexo contrario, incluso con el propio,
aún saboreas los besos de Aurora. Vuestra relación surgió durante los meses de
Erasmus en Francia, y todo gracias a la gestiones de Grimhilde para sacarte de
su vida. Ella reniega de ti, te odia, la haces embeber pura envidia que como
una pócima maligna la va envejeciendo cada día más, por eso presa de su
perversa naturaleza ha tomado la determinación de acabar contigo; tú la estabas
matando.
Gema Blasco
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