ㅡDemasiados zuritos y copas de chacolí, ya no tengo veinte años.
―Hoy tocaba Joango,
durante la conferencia hemos removido historias del pasado que mejor hubiera
sido callar.
― Seguro que tienes razón Eneko, pero me pesaban las apelaciones de los muertos, necesitaba
darles un sentido a su ausencia, este es un pueblo fuerte, que perdona pronto,
pero no olvida, simplemente aprende a convivir con el dolor.
―Quizás sea verdad lo que dices, pero no olvides
tú tampoco que en muchas ocasiones nosotros hemos sido nuestro peores enemigos.
No es bueno mirar atrás cuando aún hay persona con vida involucradas en el no
tan lejano conflicto. Incluso con anterioridad al nacionalismo desatado, hubo
quien fue asesinado por apoyar la Segunda República, antes y durante la Guerra
Civil Española. Con ello pienso que nuestro país se rindió al nacionalismo de
otros.
―¡Dejémonos de política! Somos puros como
nuestra ancestral lengua y, no importa nada más. Euskal Herria es única y por lo tanto sus gentes también.
Celebremos que estamos juntos, hace meses que no habíamos podido reunirnos,
acabemos la noche con otro chacolí y un par de pintxos, mi estomago los pide.
Siempre que vuelvo al pueblo se me abre el apetito, en todos los sentidos. Me
he fijado hace rato, que esa pelirroja de ahí no nos quita ojo. Pero creo
que en esta ocasión tú eres su objetivo. Tendré que cederte el honor
de la conquista Eneko.
―¡Hola guapo! Nunca te había visto por aquí.
Aunque hace pocos meses que vivo por estos lares.
―Suerte la mía pues, al habernos encontrado.
―¿Tú crees? Te aseguro que puedo ser una chica
muy mala.
― ¿Y eso, por qué, sin motivación alguna?
―Soy descendiente del terrateniente más duro que
jamás vio esta demarcación y una belleza mitológica, ¿puede haber mejor
razón?
― La verdad, es que no. Lástima que antes oyera
de refilón, durante la tertulia, que eres la nueva maestra de Euskera. ¡Quizás
podrías darme clases de repaso!
―¿De qué?
―De lo que tú quieras.
―¡No te hacia tan atrevido, señor historiador!
Mira que ser dos hermanos y dedicaros a la misma profesión. Con lo poco que me
gusta a mi recordar ciertas cosas, y encima venís aquí a darnos lecciones de
gratis.
―Lesaka es
el pueblo de mis antepasados, prometí honrarlo y volver a él, por lo menos una
vez al año. Cuando era pequeño veníamos a rendir culto a la tierra y el caserío
que nos otorgó el principal de nuestros cuatro apellidos. Si, con cuatro
basta o eso leí en El libro de los nobles linajes. Prefiero las comodidades de Vitoria–Gasteiz, al medio rural, es una
capital que en ninguna medida resulta estresante.
―¡Vamos pues a conocer la guarida de los Azpilicueta y los grandes secretos de su
linaje!
«El día para los del día, la noche para los de la noche»
―Este es mi hogar familiar. No está muy
lejos de la estación megalítica de Agiña.
De niño me gustaba escapar allí , con mi hermano y nuestros amigos. Es un lugar
genial para dejarse llevar por los mitos y leyendas de Euskadi. Allí compartíamos nuestra
creencia, o no, en ellas. Supongo que tú si creerás, por lo que me
has dicho.
«La oscuridad no es buena aliada del miedo, yo lo sé bien, siento
que me ahoga mi propio sueño, que no es tal, sino pura pesadilla. Estoy seguro
de que el maldito Inguma ha vuelto a
visitarme, durante esta noche. ¿Por qué olvidé recitar de nuevo la oración que
me enseñó la amona? Quizás aún no sea demasiado tarde;
“Inguma,henauk
hire bildur,
Jinkoa eta
Andre Maria
Artzentiak
lagun;
Zeruan
izar,Iurrean velar,
Kostan hare,
Hek guztiak
kondatu arte
Echaidela
nereganat ager.”
Cada vez que duermo entre estas paredes mis
temores vuelven a visitarme. Preferiría no tener que enfrentarme a estas
escapadas anuales, a este lugar. Sin quererlo me sume en una serie de pensamientos
irracionales, que me hacen llegar a recrear hechos totalmente imposibles. Hoy
por ejemplo oí como nombraban mi nombre repetidas veces ―¡Joango, Joango, Joango!―. No podría decir si la voz provenía de mis
sueños o no, pero la imagen que le sucedió era espeluznante. Vi claramente unas
patas de oca, cuyo cuerpo no les correspondía. Un charco de sangre, que brotaba
de un bulto indefinible, aunque no entiendo por qué, me resultaba familiar. De
pronto distinguí el brillo del cabello rojizo de aquella chica y, sin quererlo
me acordé de la belleza que había acompañado hacía apenas una hora antes a mi
hermano Eneko a la habitación contigua a la mía. Fue entonces cuando note la
opresión con mayor fuerza en mi cuello.
Ahora no tengo excusa, tengo que actuar como el
valiente hermano mayor y, asegurarme de que todo marcha bien. Sin duda no
duermen. Voy a acercarme despacio a la puerta y pegare la oreja, a ver que oigo».
―Parece ser que te gusta mi pelo, pero no tires
tanto, no es una trenza de montura. Eso sí, cabálgame rápido. Siento que pronto
vamos a sumirnos en el éxtasis―.
«¡Qué exigencia! Yo con tanto gritar, no atinaba ni una, y
menos esta noche.»
―Tranquila que allá va, ¡ Aaaa, aaaa, qué
intenso!―.
«Eso es pasarlo bien en el pueblo y, lo demás son tonterías.»
―¿Qué haces? ¡No me muerdas tan fuerte, me haces
daño!―.
«Eneko se percibe entre asustado y excitado. Pero yo comienzo a estar
preocupado. ¿Qué hago entro o no? ¡Maldita sea!»
―Perdonad que os moleste, ¡aunque, ya está bien
de juegos por esta noche!
―¿Tienes miedo? Yo que creía que a ti igual
también te apetecía un repaso.
―Gracias, pero no creo que sea lo más correcto.
―Otra vez dando lecciones de moralidad, cuando
ni siquiera me habéis preguntado mi nombre. ¡Ah! Por cierto, me llamo Lamia, y no por las legendarias sirenas
de la cultura vasca, sino por la princesa de Libia, la primera vampira de la
historia.
#Historiasvascas #ZendaIpuinak
No hay comentarios:
Publicar un comentario