sábado, 8 de diciembre de 2018

LEYENDAS DE HOY






      Demasiados zuritos y copas de chacolí, ya no tengo veinte años.
―Hoy tocaba Joango, durante la conferencia hemos removido historias del pasado que mejor hubiera sido callar.
― Seguro que tienes razón Eneko, pero me pesaban las apelaciones de los muertos, necesitaba darles un sentido a su ausencia, este es un pueblo fuerte, que perdona pronto, pero no olvida, simplemente aprende a convivir con el dolor.
―Quizás sea verdad lo que dices, pero no olvides tú tampoco que en muchas ocasiones nosotros hemos sido nuestro peores enemigos. No es bueno mirar atrás cuando aún hay persona con vida involucradas en el no tan lejano conflicto. Incluso con anterioridad al nacionalismo desatado, hubo quien fue asesinado por apoyar la Segunda República, antes y durante la Guerra Civil Española. Con ello pienso que nuestro país se rindió al nacionalismo de otros.
―¡Dejémonos de política! Somos puros como nuestra ancestral lengua y, no importa nada más. Euskal Herria es única y por lo tanto sus gentes también. Celebremos que estamos juntos, hace meses que no habíamos podido reunirnos, acabemos la noche con otro chacolí y un par de pintxos, mi estomago los pide. Siempre que vuelvo al pueblo se me abre el apetito, en todos los sentidos. Me he fijado hace  rato, que esa pelirroja de ahí no nos quita ojo. Pero creo que en esta ocasión tú eres  su objetivo. Tendré que cederte el honor de la conquista Eneko.
―¡Hola guapo! Nunca te había visto por aquí. Aunque hace pocos meses  que vivo por estos lares.
―Suerte la mía pues, al habernos encontrado.
―¿Tú crees? Te aseguro que puedo ser una chica muy mala.
― ¿Y eso, por qué, sin motivación alguna?
―Soy descendiente del terrateniente más duro que jamás vio esta demarcación  y una belleza mitológica, ¿puede haber mejor razón?
― La verdad, es que no. Lástima que antes oyera de refilón, durante la tertulia, que eres la nueva maestra de Euskera. ¡Quizás podrías darme clases de repaso!
―¿De qué?
―De lo que tú quieras.
―¡No te hacia tan atrevido, señor historiador! Mira que ser dos hermanos y dedicaros a la misma profesión. Con lo poco que me gusta a mi recordar ciertas cosas, y encima venís aquí a darnos lecciones de gratis.
Lesaka es el pueblo de mis antepasados, prometí honrarlo y volver a él, por lo menos una vez al año. Cuando era pequeño veníamos a rendir culto a la tierra y el caserío que nos otorgó  el principal de nuestros cuatro apellidos. Si, con cuatro basta o eso leí en El libro de los nobles linajes. Prefiero las comodidades de Vitoria–Gasteiz, al medio rural, es una capital que en ninguna medida resulta estresante.
―¡Vamos pues a conocer la guarida de los Azpilicueta y los grandes secretos de su linaje!
«El día para los del día, la noche para los de la noche»   
 ―Este es mi hogar familiar. No está muy lejos de la estación megalítica de Agiña. De niño me gustaba escapar allí , con mi hermano y nuestros amigos. Es un lugar genial para dejarse llevar por los mitos y leyendas de  Euskadi. Allí compartíamos nuestra creencia, o no,  en ellas. Supongo que tú si creerás, por lo que me has  dicho.

«La oscuridad no es buena aliada del miedo, yo lo sé bien, siento que me ahoga mi propio sueño, que no es tal, sino pura pesadilla. Estoy seguro de que el maldito Inguma ha vuelto a visitarme, durante esta noche. ¿Por qué olvidé recitar de nuevo la oración que me enseñó la amona? Quizás aún no sea demasiado tarde;  
         “Inguma,henauk hire bildur,
Jinkoa eta Andre Maria
Artzentiak lagun;
Zeruan izar,Iurrean velar,
Kostan hare,
Hek guztiak kondatu arte
Echaidela nereganat ager.”
Cada vez que duermo entre estas paredes mis temores vuelven a visitarme. Preferiría no tener  que enfrentarme a estas escapadas anuales, a este lugar. Sin quererlo me sume en una serie de pensamientos irracionales, que me hacen llegar a recrear hechos totalmente imposibles. Hoy por ejemplo oí como nombraban mi nombre repetidas veces ―¡Joango, Joango, Joango!―. No podría decir si la voz provenía de mis sueños o no, pero la imagen que le sucedió era espeluznante. Vi claramente unas patas de oca, cuyo cuerpo no les correspondía. Un charco de sangre, que brotaba de un bulto indefinible, aunque no entiendo por qué, me resultaba familiar. De pronto distinguí el brillo del cabello rojizo de aquella chica y, sin quererlo me acordé de la belleza que había acompañado hacía apenas una hora antes a mi hermano Eneko a la habitación contigua a la mía. Fue entonces cuando note la opresión con mayor fuerza en mi cuello.
Ahora no tengo excusa, tengo que actuar como el valiente hermano mayor y, asegurarme de que todo marcha bien. Sin duda no duermen. Voy a acercarme despacio a la puerta y pegare la oreja, a ver que oigo».
―Parece ser que te gusta mi pelo, pero no tires tanto, no es una trenza de montura. Eso sí, cabálgame rápido. Siento que pronto vamos a sumirnos en el éxtasis―.
«¡Qué exigencia! Yo con tanto gritar, no atinaba ni  una, y menos esta noche.»
―Tranquila que allá va, ¡ Aaaa, aaaa, qué intenso!―.
«Eso es pasarlo bien en el pueblo y, lo demás son tonterías.»
―¿Qué haces? ¡No me muerdas tan fuerte, me haces daño!―.
«Eneko se percibe entre asustado y excitado. Pero yo comienzo a estar preocupado. ¿Qué hago entro o no? ¡Maldita sea!»
―Perdonad que os moleste, ¡aunque, ya está bien de juegos por esta noche!
―¿Tienes miedo? Yo que creía que a ti igual también te apetecía un repaso.
―Gracias, pero no creo que sea lo más correcto.
―Otra vez dando lecciones de moralidad, cuando ni siquiera me habéis preguntado mi nombre. ¡Ah! Por cierto, me llamo Lamia, y no por las legendarias sirenas de la cultura vasca, sino por la princesa de Libia, la primera vampira de la historia.  


#Historiasvascas #ZendaIpuinak

           

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