lunes, 23 de diciembre de 2019

Lo típico








Me miró fijamente, sin comprender porque lloraba.
—Es Navidad —le contesté.
—¿No deberías estar feliz? —Clara es muy curiosa. Nunca se cansa de preguntar.
—Las personas que me daban ilusión se fueron.
—¿Entonces, yo no te doy nada?
—Claro que sí, tú me das dolor de cabeza  —conteste con el gesto cambiado,  de broma.
Desde entonces no ha vuelto a hablarme, y eso que ya acaba el año. Pero intuyo, que para Reyes, me va a perdonar.

jueves, 28 de noviembre de 2019

Precipicio










¿Para qué aprendiste a reír?
Si lo ibas a hacer de mí.
Comparte conmigo
una foto y,
te escribiré una novela.
Pues recuerdo sitios,
en los que no hemos estado.
¡Vamos! Sube al tren,
y seremos amantes
en un precipicio, precipitado.
Crearemos caminos
nuevos.
Sin ningún reproche
a cuestas.
Tú lo llamaras
abrirse,
y,
yo lo llamaré
mimetizarse.
Pero sencillamente
será desarmar.

¡Diablos!





Habrá que poner de moda las sonrisas.
Aun cuando,
con cada una de ellas,
nos acerquemos  más al cinismo.
Perdona mi ironía,
pero es que viene impresa
en mi forma de ver.
Por mucho que cambiemos
los cuentos,
la crueldad no va a dejar de existir.
Los malos siempre
encuentran un papel
en la vida.                 
Los buenos siempre
buscan la felicidad
en los otros.
Y yo sigo aquí,
haciéndome la misma pregunta.
¿Por qué quieres ser inmortal?
Si hasta el mismo Mefistófeles,
odia lo eterno.

Tengo una solución.
Mataré tus recuerdos y,
así serás reseteado.
Invadido por lo obvio.
Debes dejar que te ate.
El daño te hará más fuerte,
o, morirás de cierto.
La gente cómo tú
 suele hacerlo de aburrimiento.
Arriesga tu conciencia.
Sabes que no soy tan gusano,
como para acabar contigo,
sin un buen remedio.

miércoles, 18 de septiembre de 2019

AMARILLO, VERDE Y AZUL

     
Confieso que me gusta hacer viajecitos, más de una vez a la semana. Lo peor de emprenderlos es la debida organización, lo sé, pero yo en ese aspecto soy muy meticulosa, no me gusta ver nada fuera de su sección. Día a día voy colocando cada cosa en su sitio, y así a la hora de la marcha todo es más rápido. A veces, sobre todo después de una celebración, se me acumulan tantas  trastos que ya no encuentro lugar para ellos y, me veo obligada a adelantar el viaje, o incluso a buscarme otro medio de transporte para llevármelos. Normalmente uso un carrito, ya que los trayectos son cortos. Pero lo mejor de todo es la satisfacción que encuentro con ellos. El punto final del recorrido suele estar repleto, es muy céntrico, y eso se nota, aunque aquí una servidora siempre encuentra un hueco para darlo todo. Al fin y al cabo para eso me desplazo hasta allí, y las veces que haga falta, con tal de cumplir con mi deber de ciudadana del mundo.  

Las zonas de reciclaje deberían ser un viaje obligatorio para todos; papel o cartón, aceites, vidrios y plásticos, tienen que pasar de útiles a reaprovechados.    




#zenda  #viajessostenibles



   

viernes, 7 de junio de 2019

PENITENCIA




Siempre ando con prisas, pocas ocasiones tengo para rezar a mis santos. Pero pasar por la iglesia y no entrar, para mí, es pecado. Un Ave María a la Virgen no cuesta nada de recitar.
Aquel día abrí la puerta, y el recinto estaba casi a oscuras, solo unas pocas velas lo iluminaban. No me hizo ninguna gracia, pero tiré para dentro. Me dirigía hacia el altar, y de pronto noté como caía en un agujero excavado en el suelo. Mi miedo, irracional, por las imágenes sagradas no me dejó fijarme en el mal paso que daba. ¡Castigo de Dios! 


DE AHORA EN ADELANTE


               En realidad no digo que fuera un sueño, al menos  corriente.
    Conducía despacio. Estaba a punto de tomar la salida habitual de la autovía,  para llegar hasta casa. Pero de pronto vi que el acceso estaba cortado. Desvié el volante y pare el vehículo  en seco, sin preocuparme de nada más. No tan  lejos  mío, había una especie de  altar improvisado, con flores y tarjetas, en homenaje a algún difunto. Junto a este,  triste y desmayado, medio dormitaba  un perro color marrón rojizo, de pelaje rizado y tamaño más que considerable. Delante suyo había un cartel en el que se podía leer: «De hoy en adelante quedo al cuidado de quien se apiade de mí». De inmediato me sentí obligado a recogerlo y hacerme cargo suyo. Tenía la  sensación de estar en deuda con el que fuera su dueño. Bajé del vehículo, me acerque, y pude observar que en realidad no había un solo perro sino dos más. Tres en total. Entonces pensé que se me estaba colocando ante una prueba de generosidad. ¿Qué iba a hacer? ¡Llevármelos sin más! Medite el tiempo justo y fui a por ellos. No me importaba su raza o situación, tan solo demostrarme a mí mismo lo altruista que era. No obstante hubo algo que llamó mi atención sobremanera. ¡Detrás suyo yacía un cadáver! El luminoso altar se convirtió en cueva  sombría, y de ella salieron  unos individuos, con mal aspecto, que no tenían otra intención más que asesinarme.  Me di cuenta rápidamente de que todo era una trampa, Qué esos indeseables estaban cazando personas, y los perros eran su cebo. Pensé en marcharme, pero sabía que no llegaría ni siquiera hasta el coche, que ya tenían en su poder. Y de pronto no me quedo otra acción más  que unirme a ellos,  convertirme en otra aberración humana. ¿Dónde quedaba todo lo bueno que había  en mí?
  La supervivencia nos convierte en monstruos, y a veces  los sueños se  invierten, creando  pesadillas.

martes, 4 de junio de 2019

EL LEÑADOR



                            

Llevaba  un hacha en la mano,  lo que le confería más aun un aspecto de rudeza. Sus músculos marcados no dejaban duda de que sabía manejarla dicha herramienta con destreza. Una vez fijado su objetivo, comenzó a golpear la dura corteza. En esa ocasión le había tocado en suerte talar un pino torcido, que corría peligro de derrumbe, ante cualquier inclemencia climática. Golpeó una y otra vez, con todas sus fuerzas,  hasta que logró hacerlo caer en el suelo, con un estruendo, quizá, demasiado sonoro. Ni era tan grueso, ni tenía tanta altura. Además gran parte de su tronco era hueco, de una manera inhabitual. Lorenzo, se arremango en extremo,  como quien acepta el desafío que le es concedido, bien por la naturaleza,  o Dios sabe por quién.  Reanudó su labor con el troceado en partes equitativas del recién caído. Una tras otra iban quedando expuestas ante él, hasta llegar a la sección más fácil,  la que poseía esa falta de madera en su interior. Pero al intentar corta de nuevo en profundidad el árbol,  la hacha no penetró. Había algo obviamente duro que se lo impedía; a la par que resonaba con tintineo. El muchacho se acercó expectante, y tras inspeccionar el cóncavo espacio, se dio cuenta de que no estaba vacío. En su interior brillaban multitud de alhajas, relojes y abalorios. Seguramente fuera el botín acumulado, a lo largo de los años, por algún malhechor local; negligente sobremanera, y cuyo escondite ahora quedaba al descubierto. Sacó unas bolsas de la furgoneta y comenzó a traspasar el tesoro encontrado, para así hacerlo suyo. Podría decirse que Lorenzo, el leñador, era un hombre afortunado.



viernes, 17 de mayo de 2019

DE MARTÍ Y RUBIO



LA ACADEMIA RUBIO ESTUVO EN LA CALLE TAQUÍGRAFO MARTÍ.

Somos una generación que conoce sobradamente la oración: Mi mamá me mima. Impresa en nuestra memoria por los cuadernillos Rubio. Pero también hay que mimar el recuerdo de la persona que los creo, y sus referentes.
Ramón Rubio ideó una serie de fichas con ejercicios, creadas para agilizar el aprendizaje de sus alumnos. Empleado de banca por las mañanas y profesor vocacional por las tardes, abrió en los años cincuenta del siglo pasado una academia de enseñanza media, en la Calle de Martí de la ciudad de Valencia. Hecho que no tuvo por qué influir en su éxito, pero que vamos a realzar en estas líneas, puesto que puede que encontrará en Francisco José Buenaventura de Paula Martí y Mora, más conocido como el taquígrafo Martí, un modelo al que imitar y por supuesto admirar.
Ambos fueron hombres que no se conformaron con los recursos de su tiempo, y lo intentaron mejorar en el ámbito académico y cultural con sus trabajos.
Por ejemplo uno de los muchos logros de Martí fue el primer dietario o agenda impresa en España, a la que titulo «Compendio del año 1807 y  libro de memorias», y al que le siguieron sucesivas ediciones, renovadas, hasta aproximadamente el año 1825.  En sus páginas se informaba, entre otras cosas, de los días festivos o de indulgencia plenaria, del número de habitantes de las diferentes provincias españolas y las distancias entre las principales ciudades de la península. Logro que debemos comparar con los cuadernos  de Rubio, en los que en un principio se enseñaba matemáticas, contabilidad y caligrafía, esta última ejercitada con el método de punteado; que pronto adoptaron la mayoría de las escuelas. 
Por otra parte Martí, fue el inventor de la taquigrafía española, a priori, y con posterioridad de la catalana, portuguesa, italiana y póstumamente de la de la música. Esta disciplina, conocida también como estenografía, consiste en el arte de escribir abreviado, con tanta velocidad como se habla y con la misma claridad que en la escritura común.  
¿Quién de nosotros no tomó, prestada, alguna vez la pluma estilográfica de su padre? Intentando caligrafiar, rápida y originalmente, su nombre y apellido. Asimismo la pluma-fuente fue diseñada y firmada, patentada, con anterioridad a los  ingleses, por Martí, qué desgraciadamente no supo darle la promoción adecuada, pero con la que escribió muchas de sus obras literarias. Toco casi todos los géneros, aunque solo vamos a nombrar, por no extendernos, «nunca debéis  faltar a la sinceridad, como se transmitía  en algunos de los cuadernos amarillos de Rubio», su tragedia en tres actos en verso titulada: El día dos de Mayo de 1808, en Madrid: y muerte heroica de Daoiz y Velarde.
De Paula Martí resulto un testigo de excepción en estos hechos, y por eso quiso retratarlos, en palabras, para que nadie los olvidara.
Por su parte Rubio no tuvo que enfrentarse a tales dramas, pero si afronto su tarea social, promoviendo dentro de su empresa, el aula Rubio Kids y la Fundación Cuadernos Rubio, que hoy en día tienen su sede en las instalaciones del grupo Rubio, en Quart de Poblet, gestionado por sus herederos.  








sábado, 11 de mayo de 2019

LA MANO DEL GEMELO.







TERESITA,  HIJA MIA

—Es la inscripción —le paso una fotografía a Rafa— que esta cincelada sobre la lapida.
En la imagen podía verse una antigua tumba. Probablemente debía datar de finales del siglo XIX. Pero en  su mármol no lucia fecha alguna de nacimiento o defunción de la niña, ni muestra alguno de pena o dolor por parte de sus familiares.
—¡Qué curioso! Nunca vi una mano, de bronce o no, impidiendo la salida de un sepulcro. —Sintió como el bello se le erizaba— No soy supersticioso, pero tampoco voy negar lo obvio. Hay cosas que no tienen explicación. ¿Verdad, Capitán?
—Déjate de misterios, y olvida de una vez el rango. Hace tiempo que desistí de darte ordenes. No somos hombres de disciplina. Ambos abandonamos el ejercito por propia voluntad.
»Bueno, tú más que yo. No entiendo por qué me seguiste a en mi derrumbe. Podrías haber elegido a cualquier otro. Uno que planificara  mejor sus batallas personales.
—El Capitán, me sale sin pensar, Vicente.
»¿Piensas que iba a perderme el momento, en que te dieras cuenta de que tu complejo de cacique colombiano, te venia dado por el excesivo e incontrolado consumo de ron y cocaína?
»Aguantarte era insufrible. Supongo que por eso te abandonó Emi. Agravando con ello tus vicios. Pero yo no soy de rendirme, y mucho menos contigo. Eres el único referente que respeto, a pesar de tus faltas.
»El padre que me tocó en suerte lo llevo enterrado en la memoria más honda. Bien lo sabes. No merece ni mención.
—Emi, no se marcho. Estoy seguro de que la hicieron desaparecer. Ella era mi «dulce» media naranja, y nunca me hubiera amargado a propósito.
»Por eso debemos correr esta loca aventura.
»A pesar de mis lapsus, recuerdo perfectamente que ella me habló de una leyenda, suya, familiar. Supo de ella por un antiguo diario heredado de su abuela. En él su bisabuelo, Gabriel, el indiano, contaba la historia de cómo hizo fortuna, importando tabacos habanos, desde una plantación que había pertenecido durante varias generaciones a la familia Canet.
»En aquella época seguía percibiendo la mayor parte de los beneficios obtenidos de esta, pero la gerencia de la misma había recaído en otra rama más escondida de la familia. Los dos hijos bastardos de su padre, ambos mestizos de piel canela. Gemelos, con tan diferente carácter que parecían no tener nada que ver.
—Si no fuera porque vivimos en el mismo apartamento, diría que esta noche te has vuelto a enganchar a una botella de ron de caña. Bien mirado, sería el licor perfecto para tragar el cuento de los Canet que me quieres embutir  —dijo Rafa escéptico.

Estaba a punto de caer la tarde. El cementerio parecía desierto. Aunque las tumbas guardaran silenciosas a sus inquilinos, una de ellas gritaba un secreto a voces. Tenía algo que esconder. No se agarra, con fuerza, aquello que no se pretende proteger. Y la entrada a la cripta parecía estar, sospechosamente, vigilada por la presencia de aquella misteriosa niña.
—Quieras o no voy a tener que contarte, antes de forzar la cerradura, el  supuesto desenlace del cuento, cómo tú lo llamas. ¡Aunque se trate de hechos reales, ya lo veras, te lo aseguro!
—Vamos, no te pongas nervioso. Solemos arriesgar mucho y obtener poco, y hace tiempo que necesito unas buenas vacaciones.
—Seré breve, no tenemos que tentar tanto a la suerte.
»Uno de los gemelos era malvado, cómo de película, en extremo. Practicaba vudú, y se llegó a creer que tenia tanto poder, que hizo que su sobrina, la hija mayor de su medio hermano, legitimado, enfermará de una extraña dolencia, en la que parecía tirar espuma por la boca y entornar los ojos hasta ponerlos casi en blanco.
 —No me digas, y esa niña se llamaba Teresita. ¡Qué coincidencia! ¡Vamos!
—Teresita Canet García, tía abuela de Emi, y fallecida a los doce años, tras un intento frustrado de sus padres, acompañados del sacerdote de San Francisco, de sacarle de dentro el demonio que la poseía, en las ocasiones que su malvado pariente practicaba los antiguos rituales de procedencia africana. La pobrecilla murió ahogada por su propia sangre, al moderes fuertemente la lengua en una de las intensas convulsiones que padecía, tras las siniestras conjuras pronunciadas al otro lado del Atlántico.
—¿Me estás tomando el pelo? Está claro que sufría ataques de epilepsia. Nada tuvo que ver ninguna maldición con su muerte.
—Yo hubiera pensado igual. Pero encontré el diario del bisabuelo de Emi, y en él, junto a una honda rasgadura en la gruesa encuadernación, había una anotación, hecha con su letra, del mismo día de su marcha. Donde se leían estas palabras: «Estoy segura de que la abuela tenia razón y de que Tobías ayudo a su hermanastro ,enviándole el dinero de la venta de la hacienda, para que este pudiera ganarse los favores eclesiásticos, y así salvar el alma de su hija. Pero algo me dice que los pesos no llagaron a hora, y todo sacrificio fue en vano. El noble gemelo murió a manos de su hermano, del que no se guarda ni nombre. Por lo visto no supo aceptar el estado de pobreza al que lo condenaban arrebatándole su aparente herencia, con falacias».

Oscurecía demasiado rápido. Con la distracción de todo aquel antiguo embrollo en sus mentes, comenzaron la tarea. La mano negra del guardián se partió por la mitad, un solo golpe de maza bastó para ello. También la horquilla reforzada hizo su trabajo con el cierra, gracias a la destreza de Vicente. Abrieron, no sin temor, las portezuelas, y de inmediato observaron un féretro de tamaño medio ocupando, en alto, el centro del habitáculo. En uno de sus lados, se encontraba, apoyada una figura, que sostenía entre sus brazos un cofre, abierto, lleno de monedas antiguas. Era el cuerpo, sin vida, de Emi. A sus pies, caída, brillaba, una llave.


   





martes, 26 de marzo de 2019

CORONAS




De todos es sabido que el poder lo desea hasta el más desdichado, ¡pobre de él! Y con mayor razón si este conlleva una corona sobre la cabeza, cuánto más pesada mejor, ¡qué tontura!
En particular nuestro protagonista, que bien podría haber sido el que inspiró con su nombre y formas al ilustre Cervantes, para crear al escudero más famoso de nuestra historia, nunca pensó, a pesar de su linaje, que pudiera heredar el reino de su padre, Ramiro II de León. ¡Tenía complejo de hijo olvidado! Para qué lo vamos a negar.
Comenzaré contando sus desventuras, que no fueron por la Mancha, sino por la ancha España, por el principio ¡cómo no!  Pero dejadme que me sirva de unos pocos cuentos para hacerlo, os aseguro que será más divertido, al menos para vosotros.
Nacido en tierras Leonesas, aún sin león heráldico, poco las vio y menos las piso. Su crianza desde infante le fue concedida, por reveses de la vida, ¡vete tú a saber! A Sancha, la hermana de su madre; fea, coja, muda y un poco testadura. Ambas procedían de Pamplona, pero casaron con hombres súper enfrentados, entre sí, por sus intereses. ¡Qué mal rollito! ¿No?
Así que creció en Burgos, ciudad dominada por Fernán González, el acérrimo enemigo de su progenitor. ¿Qué iba a ser de su persona? Iban tenerlo de criado ceniciento del castillo de por vida o lo esconderían en el más alto torreón para que nadie pudiera salvarlo. ¡Pues no! Lo alimentaron con dulces, codornices y carneros, al modo de la bruja pastelera, todo lo grasiento se le reservaba. Hasta convertirlo en un joven gordo, tan gordo, que no podía ni caminar. ¡O sea mórbido total! ¡Mira que las mentes llegan a ser retorcidas!
Por ejemplo su hermano mayor,  Ordoño,  el hijo guerrero y pródigo, querido y admirado de su padre, casó con la hija de sus criadores. No es que fuera un cerdo con casa de paja, ya lo sé, pero para el caso, casi daba lo mismo, en la boca del lobo estaba metido. Urraca se llamaba, como las pájaras inteligentes, que vuelan alto. Esa sí, supo ganarse los favores de victimas y cazadores, como Caperucita, y llegado el momento ¡zas! Se cubrió, y dejo que todo tomará matices de rojo sangre, ¿qué se podía esperar?
Muerto el suegro, muerta la rabia, ¿creíais? ¡Claro qué no! Aunque fuera por causas naturales, el hombre estaba arto de estorbar.  Sé unieron en liga Fernán, Sancha, Urraca y Toda ¡la que faltaba! Claro está. La abuela materna, reina de Navarra, "maléfica" como ninguna, que quería como reí de León a su nieto el morcillón burgalés, por encima del hermano, que no guardaba ni hilos, ni lazos consanguíneos con ella. Pero el ofendido Ordeño planto cara a su familia política y venció por el momento, repudiando a la pájara, para casarse con otra mujer más cantarina, que sin pretenderlo lo dejo seco en dos años, y lo tuvo que enterrar.
Agosto del 955 fue el mes en que Sancho el Craso por fin comenzó a gobernar en León, "por primera vez". ¡Habéis leído bien! Raudo y veloz como tortuga rompió relaciones con su infame tío, que no tardo ni un segundo en volver a urdir sus trampas cual coyote, alegando que el rey novato, como la cucaracha, ya no podía caminar, y que le faltaba una colita traviesa para poder engendrar. Y echo mano de su nuevo yerno, otro Ordoño, primo carnal este del gordo regente Sancho, que no podía hacerle frente, ni siquiera  mirarlo a la cara, ya que la relación entre sus padres había sido peor que la de Caín y Abel. El hermano no tan bueno abdicó en favor del bien común y  el hermano tan malo asumió el poder, encerrando al que llevaba la sangre de su sangre en una mísera celda, tras dejarlo ciego, y sin esperanza alguna. ¡Qué falta de escrúpulos, de verdad! No me extraña que el árbitro celestial, en esta ocasión tomara partido por los no tan nobles, debía de andar la mar de confuso.
Sancho tras perder el trono se refugió con su abuelita en una casita que esta tenía en los bosques de Pamplona. Lloró y refunfuño hasta que todos los enanitos mineros quedaron artos, y decidieron enviar emisarios al sur. Donde existía un reino dorado, bajo el mandato del califa Omeya, Abderramán III. En el que se obraban verdaderos milagros en los centros de adelgazamiento. El califa viendo las posibles ventajas de promoción en una alianza con Sancho le envió a su mejor especialista, para que le tomara las midas, en todos los sentidos. El médico que era un fenómeno le recetó unas vacaciones bajo su supervisión en la ciudad de Córdoba, pero lo que no sospechaba el desdichado era que nada más llegar le iban a coser la boca como a los burdos espantapájaros. Todo lo comía por pajita, era masajeado sin cesar y obligado a caminar durante horas. En su tiempo de asueto lo ponían a remojo para dejarlo maleable. ¡Torturas muy en boga con los años! Que sin duda obtienen un alta eficacia. La buena cuestión es que quedó hecho un príncipe azul, y con fuerzas encontradas, se dirigió de nuevo hacia su destino, logrando otra vez la corona de León.
Casóse con una dama muy mona y la regalo dos hijos con su nuevo vigor. ¡Quedaba pues asegurada la descendencia! ¡Ya era un hombre!  
Pero un día surgieron nuevos enemigos, esta vez de tierras galegas, y como feroz león los enfrentó, tras lo cual pidió pleitesía y acto de rendición. El conde Gonzalo le dio a Sancho I de León una manzana, por eso de favorecerle el régimen y mostrarle buena voluntad. ¡ Pero nada más lejos! Era como la madrastra disfrazada de ancianita, solo que con armadura y espada. No hace falta decir que nuestro pobre coronado murió, y en este cuento basado en hechos reales, sin remedio alguno.

#zenda #UnahistoriadeEspaña

     



sábado, 5 de enero de 2019

EL DUENDE CHASQUEADOR






La Navidad sin duda es la época de más trabajo para los duendes hacedores de deseos, pero debo incidir en un hecho que pocos conocen. No todos somos iguales, los hay que son trabajadores incansables, que crean con sus propias manos los objetos más variados e innecesarios, pues los de primera necesidad ya son recolectados por las hadas, en sus granjas de útiles, comedores de bosque y castillos de enseñanzas.
Mi don es diferente al de todos los demás, con un sólo chasquido hago posibles los sueños, de niños y niñas que lo merezcan. El gran problema de estos tiempos es que su nivel de aceptación es muy bajo, ya nadie o casi nadie cree en la magia de los sentimientos. Es una verdadera lástima no poder desarrollar el potencial con que fui obsequiado por culpa de la incredulidad. 
Pero estoy dispuesto a recorrer todos los mundos para cumplir mi misión.  No me rindo fácilmente, ni tampoco olvido mis misiones. Por eso llevo una púa clavada en el costado. Casi todos tenemos historias inacabadas en nuestro haber, a las que no encontramos solución en su momento preciso, pero a la que le hemos dado más de mil finales felices en nuestra conciencia. La mía lleva nombre de niña, Erina, dulce y traviesa a la vez, capaz de estar triste y efusiva en un mismo instante. Algo difícil de conseguir, para una criatura tan pequeña e instintiva. 
Quería  salir de la profunda cueva en la que vivía con su tribu. Sus padres no conocían otro lugar y se conformaban con ello, pero ella era diferente, había nacido con el afán de escalarlo todo; primero se ayudó del largo pelo de su padre para trepar por su espalda, luego del rabo de su perra Latí para montarla y más tarde quiso subir por las rocosas paredes enganchándose a las lianas de los árboles de miel. Estos son de corteza dulce como sus frutos, resbalosos por todos lados, húmedos reposteros de la naturaleza, no desean ser utilizados por los miembros del clan del Quinto pueblo,  ellos no fueron los que los plantaron, no entienden nada de sus cuidados, necesitan mucho mimo, por eso son tan especiales, casi los miembros principales del jardín de los Elfos. Quizás por eso son una variedad orgullosa. Segregan miel y más miel cuando los subterráneos pretenden alcanzarlos, negándoles la oportunidad de servirles de puente entre mundos.
Erina pertenece al planeta subterráneo, mas nunca le gustó no poder ver las estrellas de las que sus mayores le hablaban. También le contaron alguna de mis legendarias aventuras. Como yo siempre conseguía complacer a mis apadrinados. Pero deseos no son sueños, y no hay que confundirlos. 
Ella realizo el ritual de petición en la forma que le indicaron; siete vueltas en redondo, tres invocaciones, un gran salto y listo. Yo, aparezco sin más dilación, sin nombre, con mi puntiagudo gorro colorado, oigo las fases, chasqueo y el milagro se produce. Un barco que surca el mar con Andrina a bordo, garras de tigre para Fedegar, amor consentido entre dos incomprendidos. 
Pero jamás me permitieron ayudar a nadie a traspasar fronteras, ni siquiera yo me lo había planteado hasta entonces, Erina fue la primera en desearlo frente a mí, en voz alta, en su propio idioma, que tal vez no me fuera tan extraño, estoy seguro de que lo hable en otra vida. Me sentí confuso, afligido ante aquella situación injusta, todos deberíamos tener los mismos derechos, ya que tenemos los mismos deberes. Dar la esencia de nuestra vida al Universo convexo, somos su multiforme alimento, en un sistema de creación reciproco. 
Igual solo eran trabas, trampas para ponernos a prueba, a veces los seres supremos se empeñan en complicarnos la existencia. Por ello he llegado a esta conclusión, tras divagar sobre mis mil posibles soluciones felices, para el deseo de Erina. Aquel día solo supe pronunciar "Es un imposible, no puedo chasquear para ti".
Han pasado más de diez años de sombras y esas palabras aun retumban en mi mente, removiendo mis sentimientos, trastornando mis poderes, añadiendo la posdata de cobarde a mi actitud. ¡Cuánto ego para un ser tan anormal! En vez de centrarme en regalarle la visión de las estrellas a mi apadrinada, aunque solo fuera por un minuto. 
Hoy pasa cerca del planeta de superficie el cometa más brillante que se conozca, estoy seguro de que es una señal. A pesar de que Erina nunca volvió a pedirme nada, voy a chasquear fuerte y rápido para ella. Voy a concederle un árbol de miel volador, que no se encuentre en tierra de nadie, que se sienta tan unido a Erina, que la lleve hasta el gran pedazo de cielo que merecen los del clan del Quinto pueblo, siempre inmortal a su servicio, leal como mi recuerdo hacia ella.

―Al final el Duende chasqueador cumplió, padre, por fin voy a ver las estrellas. Tengo mi propio árbol de miel ¡y no resbala 
tanto!
― Nosotros, si queremos ver una, tan solo nos basta con mirarte a ti.



#zenda. #cuentosdeNavidad.