jueves, 28 de noviembre de 2019

Precipicio










¿Para qué aprendiste a reír?
Si lo ibas a hacer de mí.
Comparte conmigo
una foto y,
te escribiré una novela.
Pues recuerdo sitios,
en los que no hemos estado.
¡Vamos! Sube al tren,
y seremos amantes
en un precipicio, precipitado.
Crearemos caminos
nuevos.
Sin ningún reproche
a cuestas.
Tú lo llamaras
abrirse,
y,
yo lo llamaré
mimetizarse.
Pero sencillamente
será desarmar.

¡Diablos!





Habrá que poner de moda las sonrisas.
Aun cuando,
con cada una de ellas,
nos acerquemos  más al cinismo.
Perdona mi ironía,
pero es que viene impresa
en mi forma de ver.
Por mucho que cambiemos
los cuentos,
la crueldad no va a dejar de existir.
Los malos siempre
encuentran un papel
en la vida.                 
Los buenos siempre
buscan la felicidad
en los otros.
Y yo sigo aquí,
haciéndome la misma pregunta.
¿Por qué quieres ser inmortal?
Si hasta el mismo Mefistófeles,
odia lo eterno.

Tengo una solución.
Mataré tus recuerdos y,
así serás reseteado.
Invadido por lo obvio.
Debes dejar que te ate.
El daño te hará más fuerte,
o, morirás de cierto.
La gente cómo tú
 suele hacerlo de aburrimiento.
Arriesga tu conciencia.
Sabes que no soy tan gusano,
como para acabar contigo,
sin un buen remedio.