El cansancio era
habitual en él desde la primera noche que habían llegado a aquella casa. Todas
sus ilusiones se encontraban concentradas en sus doscientos diez metros
cuadrados.
Hugo y su esposa Laura tuvieron que trabajar muy duro para
poder comprar aquella parcela de tierra que contenía el hogar de sus sueños. Lo
mejor era que ahora poseían el suficiente espacio para hacer realidad sus
fantasías. Podrían tener la sala de lectura y música, que ella tanto deseaba,
decorada con los muebles y las fotografías antiguas, que había heredado de su
abuela materna y por otra parte Hugo dispondría de su mayor anhelo, un gran
garaje, con todas las herramientas suficientes para poder restaurar las motos y
coches de época que esperaba adquirir con el tiempo. Aunque no se dedicaba a
ella, la mecánica era una de sus mayores aficiones.
Hasta entonces la casona había permanecido vacía, guardando
entre sus muros un cierto sabor a rancio. Sus anteriores propietarios habían
muerto sin descendencia, dejando la propiedad al beneficio de la iglesia local.
En un pueblo, pequeño como aquel,
vender la casa había sido casi una misión imposible; hasta para un párroco
convincente como don Tomas, tan buena persona como vecino.
Finalmente él fue quien les hizo la venta de la propiedad,
hacía ya casa un año. Los últimos meses habían resultado ser una locura, al intentar lograr un buen precio por el piso que
dejaban en la capital y los pormenores del traslado.
Hugo era informático y trabajaba en su residencia, Pero para
Laura encontrar ocupación, en su nueva localidad, fue difícil; así que
decidió montar su propio negocio que manejaría también desde su domicilio. Habilitaría
un pequeño despacho en la planta baja; para así ejercer su mal mirada profesión
de psicóloga, poco considerada al menos en pueblos tan chicos, arraigados a las
antiguas costumbres y dichos que solían decir de sus posibles pacientes, por
ejemplo: «No le pasa nada, eso es aburrimiento». «Le sobra tiempo y se calienta
demasiado la cabeza» o su preferida «Eso es que está un poco loco».
Era su tercera semana en la casa y a pesar de los esfuerzos
que realizaban, costaba mucho ver adelantos significativos en la mejora
de imagen de esta. Ella dejó para otro momento el tedioso trabajo de arrancar
el papel pintado de las paredes; y decidió animar a su marido, obsequiándolo
con una rica ensalada variada, un delicioso arroz meloso con rape, y de postre,
la tarta de manzana que tanto le gustaba.
Sabía que elaborar esas exquisiteces le robaría mucho
tiempo en las tareas de reconstrucción de su nuevo hogar, pero al hacerlo se
sentía más cerca de percibirlo como a tal .
La casa se había impregnado de esos maravillosos olores que
tanto apreciaba Hugo, y no pudo evitar acercarse a la cocina, con la excusa
de que estaba sediento.
—Hola cariño, parece que este cocinando un ángel.
—No seas exagerado. Sabes bien que cuando algo no sale como
yo quiero, no tengo nada de ángel, y en esta ocasión me acabo de quemar horneando
la tarta y además me he cortado al trocear el tomate para la ensalada. ¡Parece
que esta cocina no me quiera aquí!
—Será que estas cansada, esto está resultando extenuante, pero
no hay mal que dure cien años, tendremos la casa a nuestro gusto más pronto de
lo que pensamos, ¡ya verás!
—No me preocupa el trabajo, lo sabes. Mis preocupaciones son
otras, tengo muchas ganas de que vengan los chicos. No sé si fue buena idea
dejarlos tanto tiempo con tus padres. Son mayores y no están para lidiar con
dos jóvenes juerguistas, que solo piensa en salir con chicas; y lo digo desde
el cariño de madre.
—Es la edad, ¿qué quieres? Recuerda que yo siempre fui un
gran conquistador, tenía que serlo para lograr llegar a ti. Eras inalcanzable,
me costó mucho hacer que te interesaras en mí; y eso que soy
irresistible .
—Eso no te lo voy a negar; pero últimamente empiezo a
creer que he perdido el atractivo para ti, esa es mi otra preocupación. No
comprendo porque desde que llegamos aquí no quieres que durmamos en la misma
cama, ni siquiera en la misma habitación. Siempre hemos dormido juntos y me
escama mucho. Sé que acabamos muy cansados con tanto trabajo, pero la primera
noche ya me pusiste como excusa mis calores y tu comodidad. A pesar de ello yo
necesito sentirte cerca, tú me entiendes; no aguanto más .
—Lo siento cariño, sigues siendo la mujer más atractiva del
universo para mí, pero estoy agotado, y quizá obsesionado con acabar la reforma.
No debí apartarte. Mañana mismo ordenaré que traigan la nueva habitación
de matrimonio y volveremos a dormir juntos. Te lo prometo.
Ambos se ducharon, antes de comer, en el mismo cuarto de baño
y al mismo tiempo; aunque sin rozar sus cuerpos. Eso hubiera sido impensable hacía
tan solo un mes atrás. Siempre se habían encendido sus ganas con un sola mirada
provocadora o caricia. Entonces Laura confirmó que algo no marchaba bien entre
ellos. Menos mal que al día siguiente volverían a dormir juntos y el desapego
pasaría.
La comida a pesar de los leves accidentes acaecidos a la complaciente cocinera; estaba deliciosa, y
les hizo sentir un poco del placer de la normalidad. No hablaron mucho, pero
tampoco permanecieron callados. Sus hijos siempre eran un buen tema de
conversación.
Por la tarde habían prometido asistir a una fiesta en honor
de la sobrina de don Tomas, que regresaba al pueblo después de haber estado
trabajando en Honduras como cooperativista. Una chica fuerte y generosa,
por lo que contaban en el pueblo. Aquel encuentro entre vecinos les serviría
para conocer a la comunidad con la que tenían que convivir a partir de entonces.
Todos les miraban como si hubieran cometido un pecado, una
invasión a la intimidad de los presentes. Ya se sabe que en los
vulgos pequeños no gustan los cambios. El párroco les presentó a la
alcaldesa, al hornero ,al carnicero y a la dueña de la tienda de ultramarinos,
todos fueron correctos; pero lo justo. Solo la homenajeada y una vigorosa
anciana se dignaron a hablar con ellos de propia voluntad. Érica, la sobrina de
don Tomas se acercó a agradecerles su presencia en la fiesta y darles la
bienvenida al pueblo. En realidad la joven llevaba tanto tiempo fuera, que no
se sentía parte de él.
La anciana, que se presentó como la señora Matilde, desveló
desde un primer instante su intención de contarles una historia muy interesante,
según ella, sobre la casa en la que ahora vivían. Al parecer había sido
construida por un matrimonio que hubo de exiliarse de Cuba, cuando a la guerra de
la colonia española contra Estados Unidos; pero en su huida pudieron hacerse
con suficientes bienes para trasladarse hasta España y vivir con cierta
comodidad. Uno de los bisabuelos del marido era de Corredizos y por eso
resolvieron instalarse en él.
La suerte quiso que no
tuvieran hijos y adoptaron a una joven huérfana; ya crecidita , que les ayudaba en las labores de la casa,
ocupándose también de atender, a ratos, una tienda de tabacos varios, que
importaban por mediación de algunas de las amistades que aún conservaban en La
Habana.
Gloria era una hermosa adolescente, con un encanto
especial. Muy sensual. A su madre adoptiva eso no le molestaba en absoluto, más
bien al contrario, le recordaba a las jóvenes cubanas de piel canela y traseros
bailones con las que había compartido risas y fiestas durante toda su vida,
ella misma gustaba de considerarse más canela que blanca. El carácter español le
resultaba demasiado contenido, como quien dice soso. Así que animaba a su hija
a arreglarse y verse bonita. Pronto los mozos del pueblo se fijaron en ella; y
no solo para buscar su amistad.
El padre no podía dejar de pensar que ella había
llegado a su vida como prole suya, pero le costaba mucho verla así, era
demasiado bonita. A pesar de eso se esforzaba en ser un buen tutor para la
chica; ya que nunca podría verla como de su sangre.
A Laura y Hugo aquella historia les resultó muy interesante;
pero él no tuvo duda alguna de que no acabaría muy bien, era algo más que una
intuición, tenía sus motivos. La avispada esposa, que era muy impaciente, no
pudo contenerse y fue al grano .
—¿Qué ocurrió con esa familia ? Porque en los papeles que
firmamos, los anteriores propietarios eran Diego y Carmen. Y por edad no podían
ser hijos de la tal Gloria, más bien hermanos pequeños, llegados después quizá.
—No, el matrimonio cubano no tuvo más familiar que a Gloria .
»Todo ocurrió la segunda noche de las fiestas del
pueblo, había verbena en la plaza y la gran novedad en ella, era la
gracia para bailar de Gloria, que acompañada de su hermosura y simpatía, la hacía
ser la envidia de las chicas, y el punto de mira de todos los chicos.
Ella sabía manejar a unos y otras; las había pasado de todos los colores
en la beneficencia, y eso servía de lección a cualquier. Sus padres
se retiraron pronto, estaban cansados, y
se quedo con su grupo de recientes amistades, entre bailes y charlas. Poco a
poco le gente se fue retirando y solo fueron quedando los más jaraneros. Las
chicas se hartaron de ver hablar a Gloria con el acordeonista y se marcharon
sin un adiós. Era un chico muy simpático de la capital, donde ella había vivido
hasta hacía tan solo seis meses. Echaba de menos la variedad de
caracteres y el bullicio de esta, lo prefería a el aburrimiento de Corredizos,
aunque su madre siempre le decía: «no es aburrimiento, es tranquilidad mi niña,
el sosiego es importante para vivir».
»Finalmente tuvo que volver a su casa sola, quedaba un poco
alejada del pueblo en aquel entonces, y no le hacía mucha gracia caminar
alumbrada únicamente por la luz de la Luna, la oscuridad no le gustaba, pero no
le quedo otra, ella era una chica valiente.
»Lo primero que oyó fueron unas leves carcajadas a sus
espaldas, luego unas carreras rápidas hacia ella, y cuando menos quiso darse
cuenta, ya estaba en el suelo. Un chico la sostenía de las piernas y otro de
los brazos, ambos iban encapuchados, pero conoció las voces de seos imbéciles
de inmediato. Eran el hijo del alcalde y su inseparable amigote, el Lelo. Le
rasgaron el vestido por la parte de arriba, para así poder tocar sus tetas
mejor; como si esperaran verlos descubiertos de inmediato, pero Gloria
utilizaba sujetador hacia años, le era necesario por el volumen de sus pechos.
Estaban levantándole las faldas, cuando de repente alguien comenzó a
dispararles perdigones con una escopeta de caza menor. Era el padre de Gloria,
nervioso por su tardanza, que había oído sus gritos; los chicos huyeron a
toda prisa.
—¡Mañana mismo sabré quien sois, no tengáis duda, los
perdigonadas recibidas os van a delatar!
»—¿Hija te encuentras bien?
—Sí, padre, pero creo que en tu afán de salvaguardarme yo
también he recibido algunas perdigonadas en el culo, siento dolor; aunque
el mínimo. El mayor daño no me lo ha causado arma.
—Venga, habrá que curarte, apóyate en mi y vamos a casa.
»—Espero que tu madre no haya oído nada, es capaz de levantar
a todo el pueblo para buscar a tus agresores, y estas cosas hay que tratarlas
con mucha delicadeza, ya sabes, hay quien podría decir que les has provocado.
—¡ Padre! ¿Cómo puedes decir eso?
—¡Calla, y vamos!
»Lo había oído todo porque estaba despierto, pensando en ella,
en lo bonita que estaba aquella noche, en lo feliz que sentía cuando ella le
sonreía y lo joven que le gustaría ser; para que ella no fuera su hija adoptiva,
sino su amante, no podía pensar en otra cosa más que poseerla .
»Cuando llegaron a la casa ella se quedó en ropa interior y
lavo sus heridas ,no sin darse cuenta de que su padre la miraba sin perder ojo.
—Déjame que te cure, tienen mala pinta y habrá que aplicar
yodo, tu sola no podrás hacerlo bien.
»Se acercó a ella con una gasa empapada en yodo; y buscó
sanarla con suaves caricias. Poco a poco fue aproximando su cuerpo a el de
Gloria, exhalando su aroma a especias, y de pronto posó las manos en sus
caderas y marco su miembro erecto contra ella.
—¡No te atrevas a tocarme así, soy tu hija!
—¡No, no lo eres, eres mi obsesión! ¡Quiero que seas mía!
»Tapó su boca para que no gritara, mientras la arrastraba
hasta el sótano, pero Gloria se liberó y fue corriendo hacia la habitación de
su madre, la mujer se despertó sobresaltada al oírla entrar sollozando. No
obstante todo sucedió muy deprisa, su padre se abalanzo sobre ella y ambos
cayeron por la ventana del último piso. El peso del hombre sobre ella, más la
fuerza de la caída, acabaron con la vida de la nada afortunada jovencita. Su
belleza había quedado entrecortada para siempre por la muerte y los cristales
rotos.
»El padre resulto muy gravemente herido, e inconvenientemente
le sobrevivió dos largos días más, para acabar muriendo por vergüenza.
»Usted se preguntará como se tantos detalles del suceso. Se
debe a que mi marido fue uno de los jóvenes guarda civiles que investigó el
caso. Fue un hecho horrible, que transcendió en todo el país. Fueron asignados
al caso los mejores agentes de la ley de aquella época. Todo quedó desvelado y
contrastado; incluso Pablo, el hijo del alcalde y su amigo fueron encarcelados
por intento de violación, durante más de un año.
»La pobre exiliada cubana vendió la casa con premura a un
un matrimonio maduro, también sin descendencia. Tenía prisa por olvidar.
—Sabia que esta historia acabaría con Gloria muerta, no podía
ser de otra manera, ese aroma a canela lo anuncia todo.
—¿Qué aroma a canela , de que estás hablando Hugo?
A la mañana siguiente Laura, tomó un café mientras
esperaba a que su hombre se levantara.
Tenía mucho en que
pensar, la historia de los primeros propietarios de la casa, la había dejado
muy inquieta, y el comentario de Hugo muy sorprendida. Era como si él
conociera a la tal Gloria; pero eso era imposible. Un día más se
levantaba tarde, no lograba descansar como era debido; tenía pesadillas muy
reales, o en realidad no eran pesadillas, eran sueños tan placenteros e
intensos que no quería despertar, y cuando lo hacía estaba extenuado.
El frió precedía a el aroma a canela, luego llegaban las
caricias y los besos, incluso había sentido hincar unos dientes en su torso. El
sueño siempre tenía el mismo final, aquella helada y maravillosa presencia se
colocaba encima de él, para poseerlo hasta llevarlo hasta el orgasmo. Se
podía decir que cada noche era violado, y ahora creía saber por quien o por
qué. Él no se resistía, pero tampoco acaba de ser consciente en su placentera
debilidad.
Laura se alegró al verlo bajar por la escalera, necesitaba
más que nunca sentirlo cerca y hablar con él.
—¡Buenos días! ¿Cómo estás ?
—No lo sé en verdad, algo confundido. Este cansancio, no me
deja ser yo.
—¿Vas a llamar hoy a la tienda de muebles, verdad?
—No sé si es buena idea, esperemos a acabar la reforma, será
lo mejor, los muebles nuevos podrían estropearse.
—Pero me prometiste que esta noche ya dormiríamos juntos .
—No le des tanta importancia, descansaremos mejor solos.
—Solos, si solos, pero yo no quiero sentirme sola. Desde
que te conozco nunca me he sentido sola hasta ahora.
—Desayunemos y pongámonos a trabajar, cuando antes acabemos
con la maldita reforma mejor.
—Sí, maldita reforma, no lo dudes. ¡Maldita reforma, maldita
casa, maldito pueblo! Desayuna tú, yo ya comí algo.
Pasaron el día entre silencios y trabajo. Esperando que la
noche trajera la calma esperada. Al oscurecer Hugo se marcho a su habitación
sin intentar ninguna reconciliación; a sumergirse en sus fantasías.
Laura se llevo un libro a la cama para poder evadirse
por unos instantes de la realidad que estaba viviendo . Aquella que le parecía
una pesadilla.
Aun así, súbitamente le surgió la impronta necesidad de ir
junto a su marido, necesitaba, quería acurrucarse a su lado, sentirlo cerca.
Las lagrimas desengaño se escapaban de sus ojos mientras entraba en la
habitación de este.
Para su sorpresa lo
encontró tumbado boca arriba en el camastro, gimiendo suavemente. Se acerco a
él y se tumbo a su lado; pero de inmediato noto un frió inmenso y lo que
era peor, un fuerte aroma a canela, cosa que hizo que se le erizara la piel por
completo .
Hugo aumento sus gemidos hasta sucumbir en un orgasmo real, dejando perpleja a Laura, que intento
verificar la eyaculación tocando la parte del pijama que cubría su miembro viril, y fue entonces cuando notó como le arañaban el brazo, con mucha ira
.
—¿Gloria eres tú, verdad? ¡Ten claro que este hombre es mío!
A veces las almas perdidas acaban por convertirse en lo que más
odiaron durante su existencia terrenal.
El supuesto involuntario marido infiel despertó alarmado.
—¿Qué haces aquí mujer? Ella podría irse por tu culpa.
—¡No lo puedo creer! La prefieres a ella antes que a mí.
—Solo es un espíritu atormentado compréndelo, y encuentra el
consuelo que necesita en mi persona.
—Dirás más bien en tu polla, ¿acaso te has vuelto un
consolador de repente?
—Nunca pensé que serias tan irascible, tú que lo razonas
todo, ahora solo dices estupideces.
—Será porque ahora soy la esposa de un cretino, que prefiere
follarse a una muerta antes de joder conmigo. La mujer que lo ha querido y
apoyado en demasía, por lo que veo, durante veintiséis años.
—Aunque no te lo creas te sigo queriendo Laura, eres mi
sostén. ¡Ayúdame, devuélveme mi cordura!
—Lo haré porque yo, si que no he dejado nunca de amarte, que
es más que querer.
—¡Gracias, gracias! Tranquila, no te apesaras.
—Así sea, no te voy a dar de mí, lo que yo no reciba.
Gloria siguió visitando cada noche a Hugo, porque así lo
quería él, sin saberlo. Por lo cual Laura no pudo soportar la
perturbadora traición y sus continuos engaños, y se marcho con sus hijos de nuevo a la capital,
para no volver jamás. Odiaba Corredizos y todo lo que había vivido allí.
Hugo siguió atrapado en su demente obsesión por unos
meses, hasta que un día el placer frió
lo lleno todo, y por fin Gloria lo tuvo en su dimensión como compañero eterno.
LIRABELGEMA .